Tomar la decisión de reformar una finca rústica en el interior de la Costa Blanca es embarcarse en una aventura arquitectónica apasionante. Cuando encuentras esa propiedad con muros anchos en Benissa, el Vall de Pop o las partidas rurales de Jávea, el flechazo suele ser instantáneo. Sin embargo, transformar una construcción agrícola antigua en un hogar de lujo contemporáneo requiere mucho más que estética; requiere una cirugía técnica precisa.
En La Quinta Fachada, entendemos que rehabilitar estos espacios no significa borrar su historia ni disfrazarlos. Al contrario, el objetivo es sanar las patologías del edificio y elevar drásticamente el confort, logrando que convivan la piedra centenaria con la tecnología más avanzada del siglo XXI.
Diagnóstico: Lo que esconde la piedra
El encanto de lo antiguo suele ocultar desafíos técnicos que no se solucionan con una simple capa de pintura. Antes de pensar en la decoración, el primer paso en este tipo de proyectos es sanear la base constructiva.
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Humedades por capilaridad: Es el enemigo silencioso de las casas de pueblo. Esas manchas en la base de los muros no se arreglan tapándolas con cemento. La solución correcta implica dejar respirar el muro utilizando morteros de cal tradicionales y crear cámaras de aire ventiladas bajo el nuevo pavimento para cortar el ascenso del agua.
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Aislamiento térmico: Las construcciones antiguas son frescas en verano, pero muy frías y húmedas en invierno. Para garantizar la eficiencia energética, debemos aislar la envolvente. Si queremos conservar la piedra vista exterior, la estrategia pasa por trasdosar y aislar por dentro.
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Salud estructural: Es fundamental revisar el estado de las vigas de madera (mobila vieja). Un diagnóstico estructural es innegociable para detectar termitas o carcomas antes de cargar peso sobre los forjados.
Luz y espacio: El reto de la arquitectura tradicional
Originalmente, estas viviendas se diseñaban para protegerse del sol, con ventanas minúsculas y techos bajos para conservar el calor animal. El reto principal al reformar una finca rústica es invertir esta lógica para inundar la casa de claridad.
Nuestra estrategia suele ser “abrir la caja”. Trabajamos creando nuevos huecos estratégicos en la fachada, a veces mediante rasgaduras verticales modernas que respetan el ritmo de los huecos originales. En otras ocasiones, la clave está en eliminar los falsos techos añadidos en décadas posteriores. Al hacerlo, recuperamos la altura original hasta la cubierta, dejando la estructura de madera a la vista y ganando un volumen de aire espectacular.
Materialidad: El diálogo honesto
Una vez resuelta la parte técnica, llega la magia del diseño interior. El error más común es caer en el “falso rústico” o pastiche. Nuestra filosofía en La Quinta Fachada es la honestidad material: lo nuevo debe parecer nuevo, y lo viejo, viejo.
Buscamos el contraste armónico. Imagina una cocina de líneas minimalistas, lacada en blanco mate y sin tiradores, instalada contra un muro de mampostería irregular de 200 años. O un baño revestido de microcemento continuo bajo un techo de cañizo y vigas nudosas. Ese diálogo tenso pero equilibrado entre épocas es lo que define el verdadero lujo.
El riurau y la vida exterior
En la Costa Blanca, la rehabilitación no termina en los muros de la casa. Elementos vernáculos como el “riurau” (los antiguos porches con arcos para secar la pasa) son joyas que deben reintegrarse en la vida doméstica.
En lugar de cerrarlos con aluminio, proponemos grandes fijos de vidrio sin marco (carpintería minimalista) que permitan climatizar el espacio sin alterar su estética visual. Convertimos antiguos corrales en patios chill-out y transformamos albercas de riego en piscinas modernas que parecen haber estado ahí siempre.
Si has adquirido una propiedad con historia y quieres convertirla en un hogar excepcional sin renunciar a las comodidades modernas, contacta con nosotros. Somos expertos en reformar una finca rústica escuchando lo que el edificio necesita.




